Archivos para 31 agosto 2017

1 DE SEPTIEMBRE SAN JOSUÉ PATRIARCA DEL A.T.

 SAN
JOSÚE
 


PATRIARCA
DEL A.T.



SAN JOSU




Conmemoración
de san Josué, hijo de Nun, siervo del Señor, que al recibir la imposición de
manos por Moisés, fue lleno del espíritu de sabiduría, y a la muerte de Moisés
introdujo de modo maravilloso al pueblo de Israel, cruzando el Jordán, en la
tierra de promisión (Jos, 1, 1).


Muerto
Moisés, Josué es el capitán que introducirá a su gente Tierra Prometida. Ya era
la hora de poseer la tierra que Dios prometió a los israelitas al sacarlos de
Egipto. Han pasado cuarenta años. Es un pueblo joven el que está en las
proximidades de Canán. Son los hijos de los que Yavé sacó con mano poderosa. Se
han curtido en el desierto inhóspito donde han vivido del mimo de Dios y
presenciando a diario sus grandezas. Tienen esculpida en su alma la idea de que
sólo en la fidelidad a la Alianza tienen garantía de la protección de
Dios.



Josué
es un varón pletórico de fe y casto, joven y fuerte, que mantiene la seguridad
de que será Dios quien vencerá a los poderosos habitantes de la tierra que se
les da en posesión. Tienen que pelearla, pero sólo Dios les dará la
victoria.


Jericó
es la plaza fuerte que les abrirá las puertas a la conquista. Posee murallas
duras y sus habitantes están aprestados a defenderla.


Es
Dios quien habla ahora con Josué, como antes lo hiciera con Moisés, dándole
instrucciones para la empresa. No se le pedirá pasividad, sino una disposición
absoluta al misterio. La táctica guerrera sugerida es la más impensada y la
menos descrita en las praxis de la guerra: hay que dar vueltas a la ciudad,
cantando y tocando las trompetas. Así se caerán las potentes murallas de
defensa.


Sin
un «pero» de Josué y con la presteza originada por la fe sucede como Dios dice.
Y es que Dios se ríe de las encuestas, la lógica humana se ve superada en su
potencia y las estadísticas de los hombres se tornan enanas en su presencia. Sin
embargo, la fe hace que se derriben las más altas murallas de la
tierra.

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31 DE AGOSTO SAN RAMÓN NONATO CARDENAL

SAN
RAMÓN NONATO


CARDENAL



SAN RAMON NONATO



Religioso,
cardenal, Patrón de las parturientas


PALABRA
DE DIOS DIARIA


En
Cardona, de Cataluña, san Ramón Nonato, que fue uno de los primeros socios de
san Pedro Nolasco en la Orden de la Bienaventurada Virgen María de la Merced, y
es tradición que, por el nombre de Cristo, sufrió mucho para la redención de los
cautivos (c. 1240).


Fecha
de canonización: Fue canonizado en 1657 por el Papa Alejandro
VII


Nació
en los mismos comienzos del siglo XIII.


Su
nombre deja boquiabierto a quien lo oye o lo lee por primera vez. Nonnato
-Nonato por más breve- sugiere a un santo sólo potencial; como si la palabra
fuera un slogan publicitario que estuviera invitando a quien lo lee o escucha a
que se decidiera a iniciar una programa que acabara con la santidad del guión
preestablecido. De hecho, significa no-nacido. ¿Pretenderá decir el extraño
nombre que, por no haber nacido todavía el santo que rellene el expediente
completo de sus cualidades y virtudes, está como esperando la Iglesia a que haya
uno que se decida de una vez a reproducirlas? Eso sería, lógicamente, confundir
la santidad como algo que brota de la voluntad y decisión humana, cuando ella es
en verdad el resultado de la acción del Espíritu Santo con quien se coopera
libremente. Sería sencillamente pelagianismo.


El
calificativo -que ha pasado ya a ser nombre- le viene a Ramón por el hecho de
haber sido sacado del claustro materno, por medio de una intervención
quirúrgica, cuando ya había muerto su madre. Por eso no nació como nacen
normalmente los niños, lo extrajeron. Fue en Portell, en Lérida, cuando se
iniciaba el siglo XIII.


La
buena y alta situación de su padre le posibilitó crecer en buen ambiente y
formación, aunque sin el cariño y los cuidados de una madre. Cuentan de su
primera juventud la devoción especialísima a la santísima Virgen que le llevaba
con frecuencia a visitar la ermita de san Nicolás donde pasaba ratos mientras
sus rebaños pastaban. Luego su padre quiso irlo incorporando poco a poco a las
tareas de administración de sus posesiones y esa fue la razón por la que se le
encuentra en Barcelona en el intento de aprender letras y números. Allí tuvo
ocasión de trabar amistad con Pedro Nolasco -que por aquel entonces era
comerciante- y de compartir mutuamente los deseos de fidelidad a la fe cristiana
vivida con radicalidad, llegando incluso a considerar la posibilidad de entrar
en el estado clerical.


Como
el padre disfruta de un gran sentido práctico, lo reincorpora al terruño de
Portell y le encarga la explotación de varias de sus fincas. Pero, sigue
diciendo la antigua crónica, que la misma Virgen María le comunica su deseo de
que ingrese en la recién fundada Orden de la Merced y allí está de nuevo en
Barcelona puesto a disposición completa en las manos de su antes amigo Pedro
Nolasco.


Noviciado,
profesión, ordenación sacerdotal y ministerio en el hospital de santa Eulalia se
suceden con la normalidad propia de quien tiene prisa para cumplir el cuarto
voto mercedario consistente en redimir a los cautivos y servir de rehén en su
lugar si procede.


En
el norte del continente negro predica, consuela, cura, fortalece, atiende y
transmite paciencia a los cautivos de los piratas berberiscos; comprende bien su
situación y se hace cargo de que están rodeados de todos los peligros para su
fe. Incluso él mismo tuvo que soportar cárcel y la tortura de que sellaran sus
labios por ocho meses con un candado para impedirle la
predicación.


A
su vuelta a España entre el clamor de las multitudes, lo nombra Cardenal de la
Iglesia el papa Gregorio IX, reconociendo sus méritos y virtud de la caridad
practicada de modo heroico; pero no le dio tiempo a llegar a Roma por morir,
antes de cumplir los cuarenta años, cuando se disponía a
hacerlo.


Por
el empeño de hacerse cargo de su cuerpo tanto los frailes mercedarios como los
nobles señores de Cardona, decidieron de común acuerdo darle sepultura allá
donde lo decidiera una mula ciega que lo llevó a lomos hasta que quiso pararse
ante la ermita de San Nicolás, de Portell.


Desaparecieron
las reliquias, irrecuperables ya para la veneración, en el año
1936.


Lo
que no ha sido relegado al olvido por sus paisanos es la figura del santo y su
acción caritativa. Esa devoción secular que se refleja incluso en las fiestas y
en el folclore. No digamos nada sobre la devoción que le profesan todas las
parturientas que lo tienen como especial patrón para su trance.


Se
divulgó por el mundo la pintura que lo muestra con la Custodia en la mano
derecha expresando así la fuente de su caridad con los hombres.

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30 DE AGOSTO SANTA ROSA DE LIMA

SANTA
ROSA DE LIMA





PALABRA
DE DIOS DIARIA


El
Papa Inocencio IX dijo de esta santa un elogio admirable: «Probablemente no ha
habido en América un misionero que con sus predicaciones haya logrado más
conversiones que las que Rosa de Lima obtuvo con su oración y sus
mortificaciones». Lo cual es mucho decir.


Isabel
Flores de Oliva, hija de Gaspar de Flores y María de Oliva, que por su belleza
recibió popularmente el nombre de «Rosa» al que ella añadió «de Santa María» En
el bautizo le pusieron el nombre de Isabel, pero luego la mamá al ver que al
paso de los años su rostro se volvía sonrosado y hermoso como una rosa, empezó a
llamarla con el nombre de Rosa. Y el Sr. Arzobispo al darle la confirmación le
puso definitivamente ese nombre, con el cual es conocida ahora en todo el
mundo.


En
los años en que nació Santa Rosa de Lima, la sociedad de su época, propia de un
periodo colonial, esta orientada en varios aspectos por el ideal de tener más.
Hay allí familias pudientes, otras de pequeños propietarios y la gran mayoría de
campesinos, negros y mulatos, que son tratados como esclavos. La familia de Rosa
es de pequeños propietarios. Los padres de Rosa se esfuerzan en darle una seria
educación humana además de proporcionarle una sólida formación en la
fe.


Lima
tiene una comunidad pionera en la evangelización: el convento de Santo Domingo.
Allí los seglares pueden participar en la liturgia, reunirse a meditar la
Palabra de Dios y colaborar temporalmente en los puestos misionales o
«doctrinas».


Desde
pequeñita Rosa tuvo una gran inclinación a la oración y a la meditación. Un día
rezando ante una imagen de la Virgen María le pareció que el niño Jesús le
decía: «Rosa conságrame a mí todo tu amor». Y en adelante se propuso no vivir
sino para amar a Jesucristo. Y al ir a su hermano decir que si muchos hombres se
enamoraban perdidamente era por la atracción de una larga cabellera ó de una
piel muy hermosa, se cortó el cabello y se propuso llevar el rostro cubierto con
un velo, para no ser motivo de tentaciones para nadie. Quería dedicarse
únicamente a amar a Jesucristo.


Rosa
en su interior vive un dilema: por un lado siente vocación de religiosa
contemplativa y, por otros, percibe la imperiosa llamada a realizar esta
vocación en el interior de su familia, trabajando por el Reino de Dios desde
fuera del convento, esto sucedió así:


Se
había propuesto irse de monja agustina. Pero el día en que fue a arrodillarse
ante la imagen de la Virgen Santísima para pedirle que le iluminara si debía
irse de monja ó no, sintió que no podía levantarse del suelo donde estaba
arrodillada. Llamó a su hermano a que le ayudara a levantarse pero él tampoco
fue capaz de moverla de allí. Entonces se dio cuenta de que la voluntad de Dios
era otra y le dijo a Nuestra Señora: «Oh Madre Celestial, si Dios no quiere que
yo me vaya a un convento, desisto desde ahora de su idea». Tan pronto pronunció
estas palabras quedó totalmente sin parálisis y se pudo levantar del suelo
fácilmente.


A
sus 20 años encuentra el camino: ser pobre por la fraternidad universal
ingresando en la Orden de Predicadores, en su movimiento seglar, había sucedido
que ella vino a saber que la más famosa terciaria dominica es Santa Catalina de
Siena (29 de abril) y se propuso estudiar su vida e imitarla en todo. Y lo logró
de manera admirable. Se fabricó una túnica blanca y el manto negro y el velo
también negro para la cabeza, y así empezó a asistir a las reuniones religiosas
del templo.


Su
padre fracasó en el negocio de una mina y la familia quedó en gran pobreza.
Entonces Rosa se dedicó durante varias horas de cada día a cultivar un huerto en
el solar de la casa y durante varias horas de la noche a hacer costuras, para
ayudar a los gastos del hogar. Como dominica seglar da clases a los niños,
incluyendo aprendizaje de instrumentos musicales (guitarra, arpa, cítara). En
aquel hogar la vida es sencilla, pero lo necesario nunca falta.


Participa
en la Eucaristía en el Convento de Santo Domingo. Al fondo de su casa, en la
huerta de sus padres, construye una cabaña, una ermita, con el fin de asimilar
más el Evangelio en la oración; allí entra en comunión con Dios, con los hombres
y con la naturaleza. Sólo Dios la va retribuyendo y ella se va forjando como
mujer de «contemplación en lo secreto». A esto une una serie de mortificaciones.
Explica en sus escritos que la mortificación es necesaria para ser saciados por
el Espíritu de Dios, para vivir orientados por el Espíritu Santo, para renovar
la faz de la tierra a partir de uno mismo. Frente a sus prójimos es una mujer
comprensiva: disculpa los errores de los demás, persona las injurias, se empeña
en hacer retornar al buen camino a los pecadores, socorre a los enfermos. Se
esfuerza en la misericordia y la compasión.


Es
difícil encontrar en América otro caso de mujer que haya hecho mayores
penitencias, lo primero que se propuso mortificar fue su orgullo, su amor
propio, su deseo de aparecer y de ser admirada y conocida. Y en ella, como en
todas las cenicientas del mundo se ha cumplido lo que dijo Jesús: «quien se
humilla será enaltecido».-


Una
segunda penitencia de Rosa de Lima fue la de los alimentos. Su ayuno era casi
continuo. Y su abstinencia de carnes era perpetua. Comía lo mínimo necesario
para no desfallecer de debilidad. Aún los días de mayores calores, no tomaba
bebidas refrescantes de ninguna clase, y aunque a veces la sed la atormentaba,
le bastaba mirar el crucifijo y recordar la sed de Jesús en la cruz, para tener
valor y seguir aguantando su sed, por amor a Dios.


Dormía
sobre duras tablas, con un palo por almohada. Alguna vez que le empezaron a
llegar deseos de cambiar sus tablas por un colchón y una almohada, miró al
crucifijo y le pareció que Jesús le decía: «Mi cruz, era mucho más cruel que
todo esto». Y desde ese día nunca más volvió a pensar en buscar un lecho más
cómodo.


Los
últimos años vivía continuamente en un ambiente de oración mística, con la mente
casi ya más en el cielo que en la tierra. Su oración y sus sacrificios y
penitencias conseguían numerosas conversiones de pecadores, y aumento de fervor
en muchos religiosos y sacerdotes. En la ciudad de Lima había ya una convicción
general de que esta muchacha era una verdadera santa.-


Rosa
de Lima, pasó los tres últimos años de su vida en la casa de Don Gonzalo de
Massa, desde 1614 a 1617. Don Gonzalo era un empleado rico del gobierno y su
esposa, María de Uzategui, tenía un gran aprecio por Rosa. Durante la penosa y
larga enfermedad que precedió a su muerte, la oración de la joven era: «Señor,
auméntame los sufrimientos, pero auméntame en la misma medida tu
amor».


Desde
1614 ya cada año al llegar la fiesta de San Bartolomé, el 24 de agosto,
demuestra su gran alegría. Y explica el porqué de este comportamiento: «Es que
en una fiesta de San Bartolomé iré para siempre a estar cerca de mi redentor
Jesucristo». Y así sucedió. El 24 de agosto del año 1617, después de terrible y
dolorosa agonía, expiró con la alegría de irse a estar para siempre junto al
amadísimo Salvador a los 31 años.


Y
a esta muchacha de condición económica pobre y sin muchos estudios, le hicieron
un funeral poco común en la ciudad de Lima. La primera cuadra llevaron su ataúd
los monseñores de la catedral, como lo hacían cuando moría un arzobispo. La
segunda cuadra lo llevaron los senadores (u oidores), como lo hacían cuando
moría un virrey. Y la tercera cuadra lo llevaron los religiosos de las
Comunidades, para demostrarle su gran veneración. El entierro hubo que
postponerlo porque inmensas multitudes querían visitar su cadáver, y filas
interminables de fieles pasaban con devota veneración frente a él. Después la
sepultaron en una de las paredes del templo


Su
cuerpo se venera en la Basílica dominicana de Santo Domingo en Lima. Fue
canonizada por Clemente X el 12 de abril de 1671. Desde ese año Toda América
Meridional y Filipinas la veneran como patrona.


Así
es, como es celebrada como la primera flor de santidad de América, insigne por
la fragancia de su penitencia y oración. Dotada de brillantes cualidades y dotes
de ingenio que tuvo ya desde niña se consagra al Señor con voto de virginidad.
Sintió profunda veneración por Santa Catalina de Siena, con quien se
advierte una sorprendente afinidad, así fue como por ello decidió en 1606,
inscribirse en la Orden Seglar Dominicana para darse más plenamente a la
perfección evangélica.


Esta
amante de la soledad dedicó gran parte del tiempo a la contemplación deseando
también introducir a otros en los arcanos de la «oración secreta», divulgando
para ello libros espirituales. Anima a los sacerdotes para que atraigan a todos
al amor a la oración.


Recluida
frecuentemente en la pequeña ermita que se hizo en el huerto de sus padres,
abrirá su alma a la obra misionera de la Iglesia con celo ardiente por la
salvación de los pecadores y de los «indios». Por ellos desea dar su vida y se
entrega a duras penitencias, para ganarlos a Cristo. Durante quince años
soportará gran aridez espiritual como crisol purificador. También destaca por
sus obras de misericordia con los necesitados y oprimidos.


Rosa
arde en amor a Jesús en la Eucaristía y en honda piedad para con su Madre, cuyo
rosario propaga con infatigable celo, estimando que todo cristiano «debe
predicarlo con la palabra y tenerlo grabado en el corazón».


Los
milagros empezaron a sucederse en favor de los que invocaban la intercesión de
Rosa, y el sumo pontífice la declaró santa y la proclamó Patrona de América
Latina, Rosa de Lima, es la más bella rosa que ha producido nuestro
continente.

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29 DE AGOSTO MARTIRIO DE SAN JUAN BAUTISTA

MARTIRIO
DE SAN JUAN BAUTISTA




PALABRA
DE DIOS DIARIA


Memoria
del martirio de san Juan Bautista, al que Herodes Antipas retuvo encarcelado en
la fortaleza de Maqueronte y a quien, en el día de su cumpleaños, mandó
decapitar a petición de la hija de Herodías. De esta suerte, el Precursor del
Señor, como lámpara encendida y resplandeciente, tanto en la muerte como en la
vida dio testimonio de la verdad (s. I).


El
evangelio de San Marcos nos narra de la siguiente manera la muerte del gran
precursor, San Juan Bautista: «Herodes había mandado poner preso a Juan
Bautista, y lo había llevado encadenado a la prisión, por causa de Herodías,
esposa de su hermano Filipos, con la cual Herodes se había ido a vivir en unión
libre. Porque Juan le decía a Herodes: «No le está permitido irse a vivir con la
mujer de su hermano». Herodías le tenía un gran odio por esto a Juan Bautista y
quería hacerlo matar, pero no podía porque Herodes le tenía un profundo respeto
a Juan y lo consideraba un hombre santo, y lo protegía y al oírlo hablar se
quedaba pensativo y temeroso, y lo escuchaba con gusto».


«Pero
llegó el día oportuno, cuando Herodes en su cumpleaños dio un gran banquete a
todos los principales de la ciudad. Entró a la fiesta la hija de Herodías y
bailó, el baile le gustó mucho a Herodes, y le prometió con juramento: «Pídeme
lo que quieras y te lo daré, aunque sea la mitad de mi reino».


La
muchacha fue donde su madre y le preguntó: «¿Qué debo pedir?». Ella le dijo:
«Pida la cabeza de Juan Bautista». Ella entró corriendo a donde estaba el rey y
le dijo: «Quiero que ahora mismo me des en una bandeja, la cabeza de Juan
Bautista».


El
rey se llenó de tristeza, pero para no contrariar a la muchacha y porque se
imaginaba que debía cumplir ese vano juramento, mandó a uno de su guardia a que
fuera a la cárcel y le trajera la cabeza de Juan. El otro fue a la prisión, le
cortó la cabeza y la trajo en una bandeja y se la dio a la muchacha y la
muchacha se la dio a su madre. Al enterarse los discípulos de Juan vinieron y le
dieron sepultura (S. Marcos 6,17).


Herodes
Antipas había cometido un pecado que escandalizaba a los judíos porque esta muy
prohibido por la Santa Biblia y por la ley moral. Se había ido a vivir con la
esposa de su hermano. Juan Bautista lo denunció públicamente. Se necesitaba
mucho valor para hacer una denuncia como esta porque esos reyes de oriente eran
muy déspotas y mandaban matar sin más ni más a quien se atrevía a echarles en
cara sus errores.


Herodes
al principio se contentó solamente con poner preso a Juan, porque sentía un gran
respeto por él. Pero la adúltera Herodías estaba alerta para mandar matar en la
primera ocasión que se le presentara, al que le decía a su concubino que era
pecado esa vida que estaban llevando.


Cuando
pidieron la cabeza de Juan Bautista el rey sintió enorme tristeza porque
estimaba mucho a Juan y estaba convencido de que era un santo y cada vez que le
oía hablar de Dios y del alma se sentía profundamente conmovido. Pero por no
quedar mal con sus compinches que le habían oído su tonto juramento (que en
verdad no le podía obligar, porque al que jura hacer algo malo, nunca le obliga
a cumplir eso que ha jurado) y por no disgustar a esa malvada, mandó matar al
santo precursor.


Este
es un caso típico de cómo un pecado lleva a cometer otro pecado. Herodes y
Herodías empezaron siendo adúlteros y terminaron siendo asesinos. El pecado del
adulterio los llevó al crimen, al asesinato de un santo.


Juan
murió mártir de su deber, porque él había leído la recomendación que el profeta
Isaías hace a los predicadores: «Cuidado: no vayan a ser perros mudos que no
ladran cuando llegan los ladrones a robar». El Bautista vio que llegaban los
enemigos del alma a robarse la salvación de Herodes y de su concubina y habló
fuertemente. Ese era su deber. Y tuvo la enorme dicha de morir por proclamar que
es necesario cumplir las leyes de Dios y de la moral. Fue un verdadero
mártir.


Una
antigua tradición cuenta que Herodías años más tarde estaba caminando sobre un
río congelado y el hielo se abrió y ella se consumió hasta el cuello y el hielo
se cerró y la mató. Puede haber sido así o no. Pero lo que sí es histórico es
que Herodes Antipas fue desterrado después a un país lejano, con su concubina. Y
que el padre de su primera esposa (a la cual él había alejado para quedarse con
Herodías) invadió con sus Nabateos el territorio de Antipas y le hizo enormes
daños. Es que no hay pecado que se quede sin su respectivo
castigo.

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28 DE AGOSTO SAN AGUSTÍN OBISPO Y DOCTOR DE LA IGLESIA

SAN
AGUSTÍN


OBISPO
Y DOCTOR DE LA IGLESIA





Obispo
de Hipona


PALABRA
DE DIOS DIARIA


Memoria de san Agustín, obispo y
doctor eximio de la Iglesia, el cual, después de una adolescencia inquieta por
cuestiones doctrinales y libres costumbres, se convirtió a la fe católica y fue
bautizado por san Ambrosio de Milán. Vuelto a su patria, llevó con algunos
amigos una vida ascética y entregada al estudio de las Sagradas Escrituras.
Elegido después obispo de Hipona, en África, siendo modelo de su grey, la
instruyó con abundantes sermones y escritos, con los que también combatió
valientemente contra los errores de su tiempo e iluminó con sabiduría la recta
fe (430).


Etimológicamente:
Agustín = Aquel que es venerado, es de origen latino.


Fecha
de canonización: Información no disponible, la antigüedad de los documentos y de
las técnicas usadas para archivarlos, la acción del clima, y en muchas ocasiones
del mismo ser humano, han impedido que tengamos esta concreta información el día
de hoy. Si sabemos que fue canonizado antes de la creación de la Congregación
para la causa de los Santos, y que su culto fue aprobado por el Obispo de Roma,
el Papa.


San
Agustín es doctor de la Iglesia, y el más grande de los Padres de la Iglesia,
escribió muchos libros de gran valor para la Iglesia y el
mundo.


Nació
el 13 de noviembre del año 354, en el norte de África. Su madre fue Santa
Mónica. Su padre era un hombre pagano de carácter violento.


Santa
Mónica había enseñado a su hijo a orar y lo había instruido en la fe. San
Agustín cayó gravemente enfermo y pidió que le dieran el Bautismo, pero luego se
curó y no se llegó a bautizar. A los estudios se entregó apasionadamente pero,
poco a poco, se dejó arrastrar por una vida desordenada.


A
los 17 años se unió a una mujer y con ella tuvo un hijo, al que llamaron
Adeodato.


Estudió
retórica y filosofía. Compartió la corriente del Maniqueísmo, la cual sostiene
que el espíritu es el principio de todo bien y la materia, el principio de todo
mal.


Diez
años después, abandonó este pensamiento. En Milán, obtuvo la Cátedra de Retórica
y fue muy bien recibido por San Ambrosio, el Obispo de la ciudad. Agustín, al
comenzar a escuchar sus sermones, cambió la opinión que tenía acerca de la
Iglesia, de la fe, y de la imagen de Dios.


Santa
Mónica trataba de convertirle a través de la oración. Lo había seguido a Milán y
quería que se casara con la madre de Adeodato, pero ella decidió regresar a
África y dejar al niño con su padre.

Agustín
estaba convencido de que la verdad estaba en la Iglesia, pero se resistía a
convertirse.


Comprendía
el valor de la castidad, pero se le hacía difícil practicarla, lo cual le
dificultaba la total conversión al cristianismo. Él decía: “Lo haré pronto, poco
a poco; dame más tiempo”. Pero ese “pronto” no llegaba nunca.


Un
amigo de Agustín fue a visitarlo y le contó la vida de San Antonio, la cual le
impresionó mucho. Él comprendía que era tiempo de avanzar por el camino
correcto. Se decía “¿Hasta cuándo? ¿Hasta mañana? ¿Por qué no hoy?”. Mientras
repetía esto, oyó la voz de un niño de la casa vecina que cantaba: “toma y lee,
toma y lee”. En ese momento, le vino a la memoria que San Antonio se había
convertido al escuchar la lectura de un pasaje del Evangelio. San Agustín
interpretó las palabras del niño como una señal del Cielo. Dejó de llorar y se
dirigió a donde estaba su amigo que tenía en sus manos el Evangelio. Decidieron
convertirse y ambos fueron a contar a Santa Mónica lo sucedido, quien dio
gracias a Dios. San Agustín tenía 33 años.


San
Agustín se dedicó al estudio y a la oración. Hizo penitencia y se preparó para
su Bautismo. Lo recibió junto con su amigo Alipio y con su hijo, Adeodato. Decía
a Dios: “Demasiado tarde, demasiado tarde empecé a amarte”. Y, también: “Me
llamaste a gritos y acabaste por vencer mi sordera”. Su hijo tenía quince años
cuando recibió el Bautismo y murió un tiempo después. Él, por su parte, se hizo
monje, buscando alcanzar el ideal de la perfección cristiana.


Deseoso
de ser útil a la Iglesia, regresó a África. Ahí vivió casi tres años sirviendo a
Dios con el ayuno, la oración y las buenas obras. Instruía a sus prójimos con
sus discursos y escritos. En el año 391, fue ordenado sacerdote y comenzó a
predicar. Cinco años más tarde, se le consagró Obispo de Hipona. Organizó la
casa en la que vivía con una serie de reglas convirtiéndola en un monasterio en
el que sólo se admitía en la Orden a los que aceptaban vivir bajo la Regla
escrita por San Agustín. Esta Regla estaba basada en la sencillez de vida. Fundó
también una rama femenina.


Fue
muy caritativo, ayudó mucho a los pobres. Llegó a fundir los vasos sagrados para
rescatar a los cautivos. Decía que había que vestir a los necesitados de cada
parroquia. Durante los 34 años que fue Obispo defendió con celo y eficacia la fe
católica contra las herejías. Escribió más de 60 obras muy importantes para la
Iglesia como “Confesiones” y “Sobre la Ciudad de Dios”.


Los
últimos años de la vida de San Agustín se vieron turbados por la guerra. El
norte de África atravesó momentos difíciles, ya que los vándalos la invadieron
destruyéndolo todo a su paso.


A
los tres meses, San Agustín cayó enfermo de fiebre y comprendió que ya era el
final de su vida. En esta época escribió: “Quien ama a Cristo, no puede tener
miedo de encontrarse con Él”.


Murió
a los 76 años, 40 de los cuales vivió consagrado al servicio de
Dios.


Con
él se lega a la posteridad el pensamiento filosófico-teológico más influyente de
la historia.

Murió
el año 430.


¿Qué
nos enseña su vida?


A
pesar de ser pecadores, Dios nos quiere y busca nuestra
conversión.


Aunque
tengamos pecados muy graves, Dios nos perdona si nos arrepentimos de
corazón.


El
ejemplo y la oración de una madre dejan fruto en la vida de un
hijo.


Ante
su conflicto entre los intereses mundanos y los de Dios, prefirió finalmente los
de Dios.


Vivir
en comunidad, hacer oración y penitencia, nos acerca siempre a
Dios.


A
lograr una conversión profunda en nuestras vidas.


A
morir en la paz de Dios, con la alegría de encontrarnos pronto con
Él.



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